lunes, 25 de diciembre de 2017

Mentira

Estos altibajos acaban contigo.

Cuando crees que estás en alto, te das cuenta de que todo es una mentira. Quiénes te hablan, quienes dan likes a tus fotos, quien te devuelve el saludo por la calle, quien dice que se preocupa por tí. Quien dice que te quiere. Falso. Todo eso es falso.

Pero te da un aire de alegría, porque al menos te dirigen la palabra. Saben que al menos, estás presente. Pero, todo esto es cuando estás en alto.

Cuando no lo estás, solo piensas en desaparecer. Esfumarte. Porque estás harta. Harta del dolor. De que sea todo mentira. Te das cuenta que cuando estás high crees importarle a la gente. MENTIRA. QUE ES MENTIRA. Ven la última foto que subes y te hablan porque sales bonita. MENTIRA.

Solo quieres irte, porque eres débil. El mundo es muy grande y la gente es muy cruel. Muy individual. Para ser seres sociales, solo nos importa nuestro culo y el de nadie más. Aún así, esperas a que alguien te ría las gracias porque quieres pensar que tu locura es normal. Luego recuerdas que todo es mentira, y vuelves abajo. Este mundo no está hecho para tí.

Te da miedo que quienes consideras tus únicos amigos no lo sean. Que hablen de tí, pero mal. Que te giren la cara, que no contesten tus preguntas y quede solo el sonido del silencio. Frío, cortante. Arrasador Estás solo, y cuando te das cuenta, en ese preciso instante, solo piensas en morir.


sábado, 29 de julio de 2017

Epitafio.

Estoy vacía. Ya no tengo ninguna razón de discusión, de lucha o de vida. Estoy hueca por dentro y nadie puede llenarme. ¿He desaparecido? ¿Volveré en algún momento? 

Lo que quedaba de mí ha muerto, y solo puedo volver a construir sobre las cenizas del pasado. Sobre las cenizas que un día fueron vida, alegría, esperanza, ilusión, melodía.

Si me tocan, no lo siento. No encuentro el sentimiento. Puedo querer, puedo amar, pero lo hago mal. En mi mirada ya no hay ilusión, solo es un órgano sin expresión. Nadie puede leerme, nadie puede predecirme, nadie puede controlarme.

Este caparazón que creí roto de una vez por todas, nunca se fue. Siempre estuvo conmigo y fue mi mejor amigo. Me protegió y me acogió, me dijo que no valía la pena pensar en aquellos que se giraron a saludarme, que se giraron a insultarme o que se giraron y no dijeron nada. Todo eso no valía.

Puedo caminar, puedo correr y saltar hasta cansarme, puedo pincharme y sangrar. Puedo caerme y no levantarme. Pero estoy cansada de reparar. Quiero ser lo que soy. Quiero ser fría, solitaria e independiente. Quiero ser yo misma y que nada me afecte. 

No quiero dejar huella, no quiero ser un recuerdo. Solo quiero estar sola. No escuchar nada de nadie. No quiero opiniones, quejas. No quiero nada. Solo quiero estar sola. 

Lo que me sostuvo de pie en un pasado, ya no significa nada para mí. Puedo pensar en todos aquellos detalles que me hacían feliz, pero ahora no suscitan nada en mí.

Soy fría como la nieve, pero por dentro soy muy débil todavía. Es cuestión de tiempo que me haga de piedra y no reciba daño del exterior. Porque quiero dejar de estar rota. Todos los días surge una nueva marca sobre mi piel, pero da la casualidad de que solo yo las veo y nadie más.

Estoy harta de caer, de llorar, de sentirme mal, débil y sola porque nadie me acoge.

No quiero eso para mí. 

No tengo ganas de vivir, de escuchar, de que me escuchen. No quiero tener que abrirme. No quiero que me descubran. Ya no quiero nada.

No quiero esto para mí.

Han acabado con mi alma, la han destrozado, apaleado y no han dejado ni rastro de ella.

Deambulo sin rumbo, sin meta. Solo quiero que todo acabe, tanto si llego al final como si no. Quiero que el tiempo pare, que la tierra deje de rotar y girar. Quiero que las nubes se graben en el cielo y no desaparezcan. Quiero que todo sea gris, que se acomode a mí.

Eso es lo que quiero para mí. 

Y puedo seguir escribiendo. Puedo seguir uniendo todos estos sentimientos de tristeza, frustración y odio. Puedo escribir todo lo que me de en gana, porque ya no siento nada.

Mis fuerzas se acaban, pero mi paciencia es ilimitada. Pueden gritarme y apalearme, que mi mirada al horizonte será inquebrantable. 


Porque ya no siento nada.

lunes, 1 de mayo de 2017

Por milésimas de esperanza

Las huellas se iban borrando más rápido de lo normal, él no quería que la joven dejara constancia de su llegada al inframundo. Porque sí, había un pasadizo desde el mundo de los vivos. Para llegar había que borrar toda marca, había que llegar con la mente en blanco. Dicen que si entras en ese sitio así como así, los malos recuerdos te levantarán cada mañana y te dormirán cada noche.

Al principio era miedo, luego presión y luego empatía. No quedaba nada más por lo que luchar en el mundo de los vivos. Y pasamos desde la ida, a la llegada y luego a la búsqueda y luego el encuentro.

Estábamos en el punto de encuentro, donde solo quedaba el paso más importante: el acto.

No había nadie más en aquel lugar que la soledad de la mirada, el eco de los propios pasos y un corazón que deseaba dejar de latir. Pero no confundamos el olvidarnos de todo con el ''que se olviden todos de mí''. Esta pobre cabeza nunca olvidará a aquellos que la persiguieron con miradas de desprecio y asco. Con las palabras que parecían sacadas de la pared de un baño público. Con la soledad que le otorgaron.

Cavaron su tumba por ella. Y ella se dejó caer.

Su propia alma cargó con todo. Y al final nunca se abrió a nadie, no. Tal vez lo intentó, pero nunca se vio que tuviera éxito.  Tal vez esa vida no era para ella. O tal vez no era siquiera su planeta. Decidió abandonarlo.

''Llegados a este punto, ya no hay vuelta atrás. ¿Estás segura?''

Las auto-preguntas eran constantes, más incluso que la propia respuesta. Tal vez, surgiría de entre las paredes una voz que la detuviera. Pero no iba a acabar como cualquier otra persona que la conociera querría.  Ya era tarde.

Solo tenía que coger aire, y atravesar su fina piel. Que encima parecía de porcelana.

Y llegó el momento, y todavía se espera que alguien la pare, pero ya es demasiado tar-





miércoles, 26 de noviembre de 2014

Por milésimas de droga.

Le hablaba al viento esperando a que llegara a su dueño, pero no tardó nada el volver a llorar. Tal vez no eran las palabras correctas, incluso el tono de voz. Tal vez no era ella misma o tal vez no había cogido la suficiente madurez. 

Tal vez era muy niña para todo. Muy infantil. Rozando la exageración, la parodia. El teatro de antes. Charlie Chaplin. La ironía. Lo absurdo. 
Un rímel de color azul y rosa se recorría el rostro de la muchacha, como una onda expansiva. Pero la chica seguía caminando. Tenía esperanza, quizá. 

Ahora. Justo ahora era cuando venían las dudas. La consumía por dentro y por fuera. Es más, cada paso que daba era como si fuera un año más. Tenía el rostro más cansado, más caído. Más gris. 

''Johnny, wake the fuck up'' La música de circo sonaba en su cabeza mientras avanzaba. Era todo un circo multicolor. Daba miedo. Aterraba. Todo cambiaba, se movía más rápido. Giraba y giraban las ruletas. 

''You think you can run'' Los rostros, las farolas, los bancos, las casas. Todo tornaba a locura. La muchacha pensó que la bebida de aquella máquina expendedora contenía algo extraño. Se durmió. No sabe donde. Pero sus sueños la consumieron por completo. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Por las milésimas de segundo.


Cuando amaneció, ella ya estaba preparada para partir. Lejos, decía ella. Pero aún no sabía hasta dónde llegarían sus pies. Tal vez los perdiera por el camino, o tal vez se le adelantaran a ella. No sabía pero sí sabía. Sabía qué podría encontrarse, pero aún no había fortalecido un plan de defensa. O peor aún, de ataque.
Cuando abrió la reja de su patio, tuvo que enfrentarse a su primer puzzle. Volver y avisar de su ida o seguir hacia delante. Como si nunca hubiera nacido. Como si nunca se hubiera sacado una foto. Se llevó consigo, pues, todo olor, tacto, visión de lo que era. Nunca habría un futuro. Y ella lo sabía.
Cerró, sin llave. Cruzó la calle con prisa y corrió por esa misma acera hacia la parada. Años atrás ella nunca se hubiera imaginado que podría correr por esas calles. Vivió demasiado encerrada en cajas de porcelana para creer que no había mayor locura que fallar a la hora del té por falta de hierbas. Como era de esperar, a estas alturas ella no podía acordarse del pasado.
Cuando menos se lo esperó, llegó el autobús. Estaba vacío cuando entró, y siguió así hasta que ella llegó al fin casi a su destino. A partir de ahí tocaba ir a pie.
Cogió aire y cerró los ojos. Alzó su rostro al cielo, como si se tratara de una de esas películas en las que te elevas al cielo, como si supieras que estás en tu hogar.
Entonces abrió los ojos y caminó. Era un pueblo rústico, de esos que salen en los documentales gastronómicos y raramente en programas de TV por cualquier otra razón. El tacto del calzado a penas sin suela con el camino de piedras era casi indescriptible. Solo a unos pasos comenzaría su aventura. Ya, no es una de Indiana Jones. Era una de amor.
Supo que en el momento que decidiera darlo todo por alguien el resto le daría la espalda. Dejarla de lado. Como si no existiera.
Aunque tal vez esa aventura nunca llegara a dar el visto bueno, ella, hasta que no viera cara a cara la realidad tal y como era, no dejaría que las estrellas se quedaran dónde siempre. Movería y cambiaría la tierra de órbita si hiciera falta para que todo fuera bien. O medianamente.

Cómo en un cuento de hadas, ella a veces pensó que con salir no bastaba. Que a la ‘’princesa’’ todo llegaba. Pero eso era falso. Debía llevar encima jeringas de adrenalina para salir viva. 

viernes, 7 de febrero de 2014

Sapere Aude #1

Sus cortinas son tan grises
y tan azules, tan permeables e
indiferentes, que no dejan ver
qué hay detrás de sí.

¿Cuándo piensas brillar,
pequeña jaula? Tan hermosa,
tan joven y perspicaz mirada,
que andando va capataz.

Aquellos años, en los que todavía
las cortinas no tapaban tan
sublime belleza.

¿Qué escultura pudiera ser
como las paredes blancas,
lisas y tiesas?


Nadie.

sábado, 18 de mayo de 2013

Without dreams.

''Con cansada vista, cogió un par de monedas de oro e intentó apuntar a su barriga. Las lanzó y éste las cogió en el aire. <<¿Y esto?>> dijo el muchacho con los ojos llorosos. <<¿Piensas que soy ahora un chico de compañía?>> Decía entre respiraciones rápidas y bruscas.

   -No eres para mí.- Se dio la vuelta y desapareció entre la oscuridad.

Esquivaba al llegar a casa, los muebles del pasillo, pensando en que a la mañana siguiente tendría que trabajar duro para realizar bien la mudanza. Solo chocó una vez contra una mesita de café, pero siguió sin hacer ruido por ese camino tan largo y frustrante. Abrió la puerta de su habitación. Todo recogido y empaquetado. Encendió la luz, se sentó en el escritorio y sacó una pluma de su bolsillo. Se escribió en la piel la dirección a la que debía asistir a la mañana siguiente, ya que lo recordó de improvisto y sabría que a la mañana siguiente se le habría ido la cabeza a otro lugar.

No pensó siquiera en el chico con el que estuvo escasos minutos atrás. Era algo que no le importaba, aunque estuvieran tanto tiempo viéndose a escondidas, a escondidas del mundo. Era algo que no tendría valor en el presente ni en el futuro. Y más triste aun: no aprendería nada de ello.

Encima del escritorio había una factura, para ser exactos, la del agua. Le dio la vuelta y empezó a escribir algo que nunca llegaría a manos de esa persona que pone por delante de los demás, de todo. Una carta explicando por qué ha estado todos estos meses buscando en otras personas lo que no pudo luchar por conseguir con ésta. Era tan pésima la situación, que sus lágrimas caían en picado, haciendo que en escasos segundos su respiración se viese anulada, cortada de cuajo.

Tiró la pluma por la ventana, se arrancó la camisa de rodillas en el suelo, y delante de la luna, acabó por dormirse. Tirada, tiritando por la ventana abierta.

A la mañana siguiente, no tardó en ponerse manos a la obra con el equipaje y con los muebles que irían a casa de sus tíos. Había dicho que se iría con ellos a vivir, pero sus planes no habían sido esos desde un principio. Había comprado un billete de ida, al fin del mundo. A un lugar, donde no existían los sueños.''


La dirección de la mano era la de un puente a las afueras del pueblo, hora de la muerte, 10:27 de la mañana.