sábado, 29 de julio de 2017

Epitafio.

Estoy vacía. Ya no tengo ninguna razón de discusión, de lucha o de vida. Estoy hueca por dentro y nadie puede llenarme. ¿He desaparecido? ¿Volveré en algún momento? 

Lo que quedaba de mí ha muerto, y solo puedo volver a construir sobre las cenizas del pasado. Sobre las cenizas que un día fueron vida, alegría, esperanza, ilusión, melodía.

Si me tocan, no lo siento. No encuentro el sentimiento. Puedo querer, puedo amar, pero lo hago mal. En mi mirada ya no hay ilusión, solo es un órgano sin expresión. Nadie puede leerme, nadie puede predecirme, nadie puede controlarme.

Este caparazón que creí roto de una vez por todas, nunca se fue. Siempre estuvo conmigo y fue mi mejor amigo. Me protegió y me acogió, me dijo que no valía la pena pensar en aquellos que se giraron a saludarme, que se giraron a insultarme o que se giraron y no dijeron nada. Todo eso no valía.

Puedo caminar, puedo correr y saltar hasta cansarme, puedo pincharme y sangrar. Puedo caerme y no levantarme. Pero estoy cansada de reparar. Quiero ser lo que soy. Quiero ser fría, solitaria e independiente. Quiero ser yo misma y que nada me afecte. 

No quiero dejar huella, no quiero ser un recuerdo. Solo quiero estar sola. No escuchar nada de nadie. No quiero opiniones, quejas. No quiero nada. Solo quiero estar sola. 

Lo que me sostuvo de pie en un pasado, ya no significa nada para mí. Puedo pensar en todos aquellos detalles que me hacían feliz, pero ahora no suscitan nada en mí.

Soy fría como la nieve, pero por dentro soy muy débil todavía. Es cuestión de tiempo que me haga de piedra y no reciba daño del exterior. Porque quiero dejar de estar rota. Todos los días surge una nueva marca sobre mi piel, pero da la casualidad de que solo yo las veo y nadie más.

Estoy harta de caer, de llorar, de sentirme mal, débil y sola porque nadie me acoge.

No quiero eso para mí. 

No tengo ganas de vivir, de escuchar, de que me escuchen. No quiero tener que abrirme. No quiero que me descubran. Ya no quiero nada.

No quiero esto para mí.

Han acabado con mi alma, la han destrozado, apaleado y no han dejado ni rastro de ella.

Deambulo sin rumbo, sin meta. Solo quiero que todo acabe, tanto si llego al final como si no. Quiero que el tiempo pare, que la tierra deje de rotar y girar. Quiero que las nubes se graben en el cielo y no desaparezcan. Quiero que todo sea gris, que se acomode a mí.

Eso es lo que quiero para mí. 

Y puedo seguir escribiendo. Puedo seguir uniendo todos estos sentimientos de tristeza, frustración y odio. Puedo escribir todo lo que me de en gana, porque ya no siento nada.

Mis fuerzas se acaban, pero mi paciencia es ilimitada. Pueden gritarme y apalearme, que mi mirada al horizonte será inquebrantable. 


Porque ya no siento nada.