Sus cortinas son tan grises
y tan azules, tan permeables e
indiferentes, que no dejan ver
qué hay detrás de sí.
¿Cuándo piensas brillar,
pequeña jaula? Tan hermosa,
tan joven y perspicaz mirada,
que andando va capataz.
Aquellos años, en los que todavía
las cortinas no tapaban tan
sublime belleza.
¿Qué escultura pudiera ser
como las paredes blancas,
lisas y tiesas?
Nadie.